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11 Cuando extraños llevaban cautivo su ejército,
cuando extraños entraban por sus puertas
y echaban suertes sobre Jerusalén,
tú estabas allí presente
y te portaste como uno de ellos.
12 No debiste alegrarte del día de tu hermano,
del día de su desgracia.
No debiste alegrarte de los hijos de Judá
el día en que perecieron,
ni debiste burlarte
en el día de su angustia.
13 No debiste haber entrado por la puerta de mi pueblo
en el día de su quebrantamiento;
no, no debiste alegrarte de su mal
en el día de su quebranto,
ni haber echado mano a sus bienes
en el día de su calamidad.

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